Hace años me encontraba una noche de verano de servicio con un compañero en una pequeña localidad costera de Cantabria. Serían sobre las 03:00 hs. de la mañana, y nos encontrábamos estacionados en las proximidades de una de las entradas al pueblo, en la que existe un stop, ya que hay que cruzar el carril contrario para entrar al mismo. Es un lugar en el que la velocidad está limitada a 50 kmts./hora y con buena visibilidad, en el que perfectamente pudiera haberse colocado un ceda el paso en lugar de ese stop, y la gran mayoría de conductores es lo que hace, y más a esas horas de la noche en las que no hay circulación. Tengo que aclarar que no lo hacíamos con ánimo de denunciar al personal, sino por tener una excusa para parar algún vehículo y pasar el rato. En estas estábamos charlando y fumando apoyados en el coche patrulla cuando oímos que se aproximaba un vehículo, en concreto un Mercedes de gran tamaño (entonces no era tan común como ahora ver este tipo de vehículos) y al verle aproximarse al stop vimos que iba a tirones, acelerando y parando bruscamente, como si tuviera algún tipo de problema mecánico. Como era de suponer no realizó el stop y el compañero y yo salimos al paso del mismo con nuestras linternas en plan gusiluz para interceptarle y darle el alto. El caso es que estando ambos en plena calzada frente al coche, el conductor frena de golpe al percatarse de nuestra presencia, y el compañero y yo lo único que vemos en principio es ... un culo. Un culo que de lo blanco que era deslumbraba, el cual observamos que rápidamente pasó de estar frente a nosotros en el lado del conductor a ocultarse de un salto en el lado del acompañante. Mi compañero y yo nos miramos un instante con cara de alucinados, como preguntándonos sin palabras si habíamos visto lo mismo. Me dirijo al conductor por su lado y observo que el mismo venía con los pantalones bajados y estaba subiéndose el calzonzillo, y su acompañante, la propietaria del brillante culo estaba desnuda y se había acurrucado en el hueco de las piernas del acompañante (era bastante pequeñita), con las manos tapándole la cara. Habían estado de cena en una localidad próxima y venían echando (o intentando echar) un polvo a la vez que circulaban. Él, un tío casado de unos 50 tacos y ella, que no era su mujer, de treintaytantos. Pucelanos. Para matarlos. Tras una breve y primera reprimenda le mandamos al conductor estacionar el Mercedes a un lado para que se vistieran. La chica en cuanto lo hizo salió del vehículo y se marchó andando al hotel en el que se alojaban. Tras extender al conductor la oportuna denuncia por conducción temeraria (en la que en un apartado tenía que describir la situación de temeridad, explayándome a gusto en letra pequeña para que entrara todo), este la leyó, la firmó, nos pidió disculpas educadamente (en ningún momento dió muestras de hallarse bebido), nos dió las buenas noches y se marchó al hotel. Alucinante. La pena es que no tengo la copia de la denuncia de recuerdo, después de archivarla pensé en cogerla tras un tiempo prudencial para quedármela, pero no lo hice.
Salu2.
