Eremita escribió:Quiero entender que el que sea más "fino" o "grueso" será (exagerándolo un montón) como si le aplicáramos a la pólvora una cerilla o un soplete.
A más intensidad de ignición, mayor cantidad de pólvora iniciará la combustión y habrá más potencia.
Supongo que si la ignición es más pequeña la pólvora quemará igual pero tardará algo menos con lo cual el proyectil recibirá menos empuje y la parábola será más “rara”
Partiendo del hecho de que se mide el grosor del reborde y no el diámetro del culote, existen varias teorías para justificarlo que no son necesariamente incompatibles entre sí.
Las más extendidas, pero no las únicas, son las siguientes:
1. La teoría que asegura que a más grosor más fulminante y, por tanto, más rapidez en la ignición y más velocidad de salida, con menos riesgo de que el proyectil se vea afectado por vibraciones durante su avance por el cañón. Los críticos con esta teoría subrayan que los dosificadores de fulminante empleados por las fábricas no son volumétricos sino prefijados, con lo que un culote más grueso no alberga necesariamente más fulminante. Y aunque lo hiciera, esos mismos críticos remarcan que por prender antes la pólvora no se logra más velocidad ni esta última garantiza por sí sola mejor precisión. Cicognani es un defensor de esta teoría frente a sus críticos, como lo prueba el que su medidor de culotes, excéntrico, está pensado para dar datos perimetrales de donde está depositado en un 22 el fulminante y no del grosor máximo del culote en cualquiera de sus puntos como dan el resto de medidores.
2. La teoría que dice que el culote ha de ser lo más grueso posible para que no ‘baile’ en el head space. Sus defensores sostienen que si hay holgura, parte de la inercia de la aguja percutora se desperdicia en llevar la parte delantera del reborde hasta el plano de recámara, ralentizando/empobreciendo con ello la ignición de la pólvora.
3. La teoría que sostiene que las vainas del mismo calibre, marca y modelo con culotes más gruesos son algo más cortas porque parte del material va para el reborde. De ser esto cierto, la punta del proyectil quedaría algo retrasada, con lo que su vuelo libre hasta la toma de estrías aumentaría, lo que sería beneficioso o perjudicial según el arma.
Dicho lo anterior, existen otras técnicas.
A saber:
1. Recalibración de proyectiles, lo que aplana más o menos las puntas hasta hacerlas wadcutter. Pensada para aumentar (algo) la velocidad del proyectil y, en teoría, mejorar de paso la toma de estrías por sobrecalibración, lo que puede mejorar (o no) la agrupación. Dependiendo del vástago utilizado en la recalibración, es posible reproducir el pitorro de las Tenex o hacer sucedáneos de hollow point, entre otras formas.
2. Medición de concentricidad. Como su nombre indica, está pensada para testar las mejores alineaciones vaina-proyectil en un calibre, el 22, con un engarce de ambos elementos muy endeble.
3. Pesaje de cartuchos, donde más tiradores de los que lo reconocen dejan más tiempo y vista de lo que parece. Los críticos con esta técnica sostienen que dos cartuchos del 22 de igual marca y modelo pueden pesar exactamente lo mismo a nivel de gramos, décimas e incluso centésimas, pero comportarse de manera diferente. Ponen como ejemplo un cartucho de 3,4 gramos en números redondos donde 2,6 es el plomo, 0,6 la vaina y 0,2 la pólvora, frente a otro de 3,4 pero de más o menos plomo (fundamentalmente) o peso de vaina. La pólvora aquí es lo que menos varía cuantitativamente, dado su escaso peso.
4. Recortado de puntas. Trimmer, en inglés. Algo cuya utilidad está por demostrar. Y es que quitar peso a un proyectil del 22, ya de por sí muy sensible al viento, no parece lo más lógico según los críticos con esta técnica.
PD. Todo lo comentado es a modo expositivo y sin defender por ello un sistema frente a otros. Entretanto, seguir los consejos que tan amablemente te está dando John Woolf te puede servir de gran ayuda.