-Bueno, bastante bien, lo único malo es que últimamente al meterme a la cama por la noche se me quedan los pies helados y no tengo forma de calentarlos.
-¿Has probado a calentártelos con una de esas bolsas de goma que se llenan con agua caliente?-le comenta su amigo.
-Si, al principio vienen bien durante un rato, pero enseguida se enfrían y estoy en las mismas.
-¿Y porqué no te haces de un gato de esos que tienen mucho pelo? Lo metes dentro de la cama, a los gatos eso les gusta mucho, y ya verás que calor te da.
-Coño, pues no se me había ocurrido la idea. Voy a seguir tu consejo y probar a ver que tal.
Y se despiden cordialmente.
Al cabo de unos días, el amigo que le había dado el consejo al otro se cruza con este por la calle de nuevo. Se alarma al verle hecho unos zorros, con la cara, brazos, manos, repleta de arañazos.
-Pero, ¿qué es lo que te ha pasado?-le pregunta suponiendo que quizá haya tenido un accidente.
-Pues nada, que referente a lo que hablamos el otro día del frío que tenía en los pies al ir a la cama, te hice caso y seguí tu consejo. Me compré un gato grande y peludo. Pero es que el muy cabrón, en cuanto le intento poner el embudo en la boca y echarle el agua, es que se pone como una fiera...
Salu2 y buen humor, que falta nos hace.
