Acabo de leer una novela negra (policíaca) de una autora norteamericana que se llama Patricia D. Cornwell. Tiene obras desiguales; algunas magníficas y otras muy flojas. Pero siempre tiene buenos "gags", porque la autora es inteligente y conoce bien la mentalidad humana. Sobre todo le gusta recrearse en las debilidades del género masculino, dejando bien claro el tipo de hombre que a ella le gusta.
De uno de los protagonistas de su novela
La cruz del Sur , un trabajador de Philip Morris con pocas luces y muchos complejos, aficionado a las armas y buen ciudadano, cuenta cuando éste va a una tienda de armas a comprar una pistola el sentimiento que le embarga: (fijaos en la tiendecita de marras)
A las ocho de la mañana, ya estaba aparcado delante de la puerta de Green Top Sporting Goodsen la Interestatal 1, (...). Bubba no hubiera querido estar en otro lugar. En cuanto cruzó la puerta y fue recibido por miles de cañas de pescar y todos sus accesorios, se le aceleró el pulso. Cuando volvió la vista a la derecha y contempló los centenares de rifles, fusiles, pistolas y revólveres, se ruborizó. Sintió una lujuria que no había experimentado nunca con Honey.
(...).
Según las leyes de Virginia, un ciudadano podía comprar un arma corta cada treinta días y no más...
(...)
-Tengo lo que buscas.
Winnick abrió amorosamente una vitrina y sacó con cuidado una pistola Browning 40 S & W Hi-Power Mark III. Ofreció aquella preciosidad a Bubba.
- ¡Oh!, Señor. - murmuró Bubba al tiempo que acariciaba la pistola bañada en plata-. ¡Oh, oh, oh!
Yo no experimento lujuria, la verdad, pero sí avaricia cuando veo algunas cosas bonitas y eso que nuestras armerías caben en el vestíbulo de una buena armería gringa.
Saludos