Mensajepor Joseph_Porta » 30 Mar 2009 15:42
Fue un tiro muy bueno, pero hay que tener en cuenta que la distancia era inferior a una milla. Mientras tanto, el Stephen Hopkins transmitía una señal de socorro que el Tannenfels se encargó de interferir, y con tanta eficacia que nadie pudo recoger el SOS del buque Liberty.
El cañón norteamericano de 10 cm disparaba sin interrupción, y también la pieza de proa y las ametralladoras efectuaban un fuego endiablado, que hizo creer a los alemanes que se las habían con un buque mucho mejor armado de lo que en realidad estaba. Pero pese a navegar todavía en círculos, los cañones del corsario alemán disparaban con regularidad y eficacia, y al disminuir las distancias a unos mil metros, entraron también en acción sus ametralladoras y cañones ligeros, cuyos proyectiles caían sobre las cubiertas y el casco del Stephen Hopkins, sembrando la muerte y la ruina por doquier.
Gerlach quiso lanzar sus torpedos, pero no lo logró debido al fallo de la corriente eléctrica pues los tubos del Stier eran submarinos. Fue una grave contrariedad para los alemanes, pues a aquella distancia, sin duda los peces de acero hubieran puesto punto final al combate. De cualquier modo el Liberty estaba sentenciado. Un proyectil germano perforó su casco, haciendo explosión junto a una de las calderas, la cual reventó. Toda la cámara quedó envuelta en ardiente vapor, teniendo que ser evacuada. Las revoluciones de la máquina empezaron a caer hasta quedar en cero, deteniéndose el andar del buque, en el que por otra parte se habían declarado ya importantes incendios. Las granadas alemanas de alto explosivo y las incendiarias seguían lloviendo por doquier, y llegó un momento en que todos los sirvientes del cañón de popa y de las ametralladoras de 20 cm contiguas a él se encontraban muertos o heridos.
Willet, como sabemos, estaba también herido, y era el único que se mantenía de pie sobre la toldilla. Rodeado de cadáveres y moribundos, intentó él sólo recargar el cañón, pero no pudo lograrlo debido a su creciente debilidad originada por la pérdida de sangre. Un mecánico subió a ayudarle, y entre ambos consiguieron disparar cinco veces contra el Stier antes de que, al ser alcanzado por un proyectil alemán, el pañol de municiones situado bajo ellos hiciera explosión, enviando a las alturas el ascensor y parte de la cubierta. Las municiones desaparecieron.
Otro impacto se produjo en la caseta de radio del Hopkins, dejándola destrozada y matando al operador, que , imperturbable, no había cesado de hacer llamadas desde que comenzara el combate. Inmovilizado, con los cañones y ametralladoras inútiles y el barco ardiendo furiosamente en diversas partes y a punto de hundirse, su bravo capitán hizo sonar la sirena ordenando el abandono del buque. Unos segundos después, el puente era alcanzado por un proyectil alemán del 15 que mataba a Buck, quien ya se hallaba dispuesto a abandonarlo llevando consigo la caja contenedora de los documentos y códigos secretos de su barco.
"Si el Rey de España tuviera
cuatro como Barceló,
Gibraltar fuera de España
que de los ingleses, no."
Coplilla popular. Cadiz, siglo XVIII