Conocidos popularmente como “chatos” o 2 pulgadas, los revólveres ultracompactos son armas pensadas esencialmente para la defensa personal. Probamos algunos de los modelos más famosos de los revólveres Smith & Wesson.
Conocidos popularmente como “chatos” o 2 pulgadas, los revólveres ultracompactos son armas pensadas esencialmente para la defensa personal. Con una larga tradición en países como Estados Unidos, en España su uso se encuentra limitado a los poseedores de las licencias tipo A (profesionales) y B (particulares con permiso de autodefensa). Como armas de respaldo o de último recurso, estos revólveres ultraligeros y de reducidísimas dimensiones destacan por su sencilla ocultación y por su cómodo porte. Todo ello, sin menospreciar su elevada potencia de fuego, ya que muchos de estos modelos son capaces de disparar cartuchos del calibre .357 Magnum. Gracias a la colaboración de la casa Borchers, distribuidora oficial de Smith & Wesson en España, hemos tenido la oportunidad de probar algunos modelos de estos revólveres Smith & Wesson pertenecientes a la serie J de pequeños armazones.

Seguramente, muchos usuarios de armas de fuego consideren que el revólver, como arma de defensa, se haya convertido en un concepto anticuado. Superado en muchos aspectos por la pistola, especialmente en la capacidad de fuego, parece que este tipo de arma corta está hoy en día limitado al tiro de precisión. Sin embargo, es obvio que un revólver sigue presentando grandes virtudes como arma defensiva. De hecho, la propia casa Smith & Wesson ha diseñado recientemente una nueva línea de revólveres denominada “Night Guard” y que está dirigida, casi de forma exclusiva, hacia un uso profesional y de seguridad. Y es que el revólver es un arma fácil de manejar, capaz de disparar en simple y doble acción, y altamente fiable. Además, su sencillez de mecanismos hace que las interrupciones en este tipo de armas brillen por su ausencia, garantizando a sus usuarios un empleo óptimo prácticamente en cualquier situación. Aún así, una de las críticas más feroces que todavía se vierten contra los revólveres es su escasa capacidad de fuego en comparación con los cargadores de doble hilera de las pistolas semiautomáticas. Efectivamente, en este campo los revólveres salen perdiendo, pero también es verdad que con los cinco o seis disparos de un tambor se debería poder resolver una situación de último recurso. En cualquier caso, parece que el revólver, y sobre todo estos modelos ultracompactos, siguen teniendo su público y, como nosotros mismos hemos podido comprobar, su eficacia está fuera de toda duda.
Otro elemento que pone de manifiesto que los fabricantes armamentísticos no han dado la espalda a los revólveres, es la evolución en los materiales que presentan este tipo de armas. Así, en los modelos que hemos tenido la oportunidad de probar, hemos visto cómo materiales como el titanio o el escandio están a la orden del día. Estas materias se caracterizan tanto por su ligereza como por su resistencia, permitiendo de esta forma reducir notablemente el peso del revólver y garantizando al mismo tiempo poder usar municiones tan potentes como las del calibre .357 Magnum. A este respecto, debemos señalar que entre el tambor y los armazones de los tres “chatos” probados, los ingenieros de Smith & Wesson han colocado una pequeña pestaña de acero cuya función es impedir que la deflagración producida tras cada disparo pueda quebrar y fragmentar el cuerpo del revólver.
Sensaciones únicas

Como ya hemos comentado anteriormente, disparar uno de estos revólveres está al alcance de muy pocas personas en España. Este aspecto “prohibitivo” o de uso limitado acrecienta todavía más el atractivo de estos revólveres ultracompactos. En nuestro caso, ha sido el armero Miguel Ángel Calvete, propietario de la armería valenciana que tiene su mismo nombre, quien ha tenido la oportunidad de disparar con estas pequeñas joyas de Smith & Wesson. Para la realización de nuestra prueba, empleamos munición FIOCCHI Wadcutter del calibre .38. Los modelos que nos entregó Borchers, también aceptan cartuchos del calibre .357 Magnum, pero la verdad, disparar estos microcañones con una munición tan potente no era algo que nos apeteciera demasiado. En una situación de estrés, con la adrenalina por las nubes, en la que puede que tu vida corra peligro, tal vez un tirador sea capaz de vaciar un tambor del .357 Magnum sin inmutarse. Sin embargo, ese mismo tirador seguro que tendrá unas sensaciones muy distintas si la situación a la que se enfrenta es un papel (diana) colocado a 25 metros para probar la precisión y el comportamiento de los revólveres.Antes de analizar los resultados de la prueba de tiro, debemos hacer hincapié en una importante evidencia. Y es que estos revólveres con cañones de 4,8cm lógicamente no están pensados para el tiro de precisión. Como ya hemos comentado, su función principal es otra bien distinta, aunque como veremos más adelante, no por ello dejan de ser armas precisas a unas distancias considerables. El primer revólver probado fue el modelo 360 perteneciente a la gama Military & Police (M&P) de Smith & Wesson. Con un sobrio armazón de color negro mate, lo que más nos gustó a simple vista de este M&P360 fueron las cachas Crimson Trace con las que venía equipado de serie. Este dispositivo láser se activaba con sólo empuñar el arma, de tal forma que el tirador tenía dos posibilidades de apunar con este revólver: mediante el puntero láser o bien mediante su punto de mira delantero de tritio. Introducimos los cinco cartuchos Wadcutter del calibre .38 en el tambor del M&P360 y empezamos la prueba. Al principio, nos costó ajustar y centrar los disparos, pero conforme fuimos adaptándonos al arma los buenos resultados no tardaron en llegar. Resulta curioso ver cómo, en manos de un buen tirador como Miguel Ángel Calvete, un revólver con un cañón tan pequeño como el de este M&P360 es capaz de conseguir meter la mayoría de disparos en el centro de la diana. Eso sí, después de realizar varias tandas de disparos se hace necesario limpiar el cañón y las cámaras del tambor, ya que este tipo de armas tienden a ensuciarse con relativa facilidad. A este respecto, no debemos olvidar que no son armas pensadas para el tiro de competición, sino que en su fabricación tal vez se piense que, como mucho, se puedan disparar con ellas apenas un centenar de tiros al año. En cualquier caso, lo que resulta innegable es el enorme atractivo que tienen estas armas. Conforme íbamos avanzando en el desarrollo de nuestra prueba, el número de tiradores que se acercaba a ver estos revólveres crecía de forma notable. Todos estos tiradores curiosos se asombraban con la ligereza y la elegancia de estos exclusivos “chatos”.

Después de disparar con el M&P360 llegó el turno de probar otro de los modelos facilitados por Borchers. En esta ocasión, elegimos el Smith & Wesson mod. 642 con martillo oculto. Este revólver, perteneciente a la gama “Airweight” de armazón ultraligero, sólo se puede disparar en doble acción, lo que incrementa todavía más su vertiente de arma defensiva. Así, a diferencia de los otros dos modelos, donde el tirador puede escoger entre simple y doble acción gracias a su martillo externo, en este modelo 642 el tirador está obligado a realizar todo el recorrido del disparador (con toda la tensión que esto implica) y finalmente soltar el disparo. Lógicamente, este comportamiento afectó en cierto modo a la precisión del arma, aunque en líneas generales, los resultados obtenidos con este revólver tampoco desentonaron. Eso sí, a diferencia también de los otros dos modelos, con este de martillo oculto el tirador tuvo que recurrir a la empuñadura a dos manos para controlar mejor el largo y tenso recorrido de su disparador. Para terminar con la ronda de revólveres “chatos”, probamos una versión modificada del modelo 637. Este exclusivo modelo estaba preparado con un armazón ultraligero y un cilindro de escandio, un metal blando y ligero pero a la vez muy resistente. Como se observa en las fotografías que acompañan a este reportaje, el tambor de escandio presenta una tonalidad más oscura que el armazón, lo que a simple vista lo hace fácilmente reconocible.

Después de vaciar también varios tambores de este modelo 637, decidimos cambiar de munición. Así realizamos otra ronda de disparos con cartuchos de la marca brasileña MagTech, también del calibre .38. Esta vez, conseguimos buenas agrupaciones desde los primeros disparos, bien porque ya estábamos acostumbrados al manejo y al comportamiento de estas armas, o bien porque como apuntó uno de los tiradores, tal vez la munición MagTech queme la pólvora más rápidamente y eso permita que el proyectil abandone el cañón con más velocidad que con la munición de Fiocchi (tiene un comportamiento más “deportivo”). Comentar también que la única interrupción que tuvimos durante toda la prueba se produjo con la munición MagTech y con el revólver 642 de martillo oculto. Daba la sensación como si la aguja del revólver fuera incapaz de pinchar el pistón del cartucho y por eso se completaba todo el ciclo de disparo pero el proyectil no salía expulsado del revólver. Cambiamos el cartucho que había fallado a otro modelo de revólver, lo disparamos y no volvimos a tener ningún otro problema.
Y ahora, el lujoDespués de habernos saciado con los pequeños “chatos”, llegó el momento de darse un gustazo y disparar con otro revólver Smith & Wesson, pero esta vez, uno salido del prestigioso Performance Center de la fábrica de Springfield. Junto con los tres modelos ultracompactos, Borchers también nos envió el modelo 586 con cachas de madera y tambor de siete recámaras para el calibre .357 Magnum. Nada más coger este revólver lo primero que nos llamó la atención fue su peso, mucho mayor que el de los ultralivianos de dos pulgadas. Su armazón de acero al carbono en acabado negro mate y sus cachas de madera de nogal confieren a este modelo una elegancia incuestionable. Otro de los aspectos destacados de este revólver es el compensador que incorpora en su cañón, así como su amplia capacidad de carga (dos cartuchos más que los revólveres ultracompactos). Como arma de fuego nacida en el Performance Center, este modelo 586 tiene destellos de alta calidad, sobre todo en sus terminaciones y acabados. Además, puede dispararse tanto en simple como en doble acción.
ConclusionesTras haber tenido la oportunidad de probar con detenimiento estos revólveres compactos, llegamos a la conclusión de que estos atractivos “chatos” cumplen su función con creces. En primer lugar, porque han sido fabricados por una de las firmas armamentísticas más prestigiosas del mercado, y esto es ya una garantía de calidad y fiabilidad más que suficiente. Por otro lado, porque efectivamente son armas aptas para la defensa personal, para utilizar en una situación de extrema necesidad, de último recurso, y con un poder de parada más que notable (sobre todo con cartuchos del calibre .357 Magnum). Su diseño ligero, compacto y plano ayuda a su portabilidad oculta, tanto en una funda interior para el cinturón como en una funda “sobaquera” o de tobillo. Además, su sencillo manejo posibilita que cualquier persona, por poco instruida que esté en el mundo de las armas, pueda emplear este tipo de revólveres sin demasiadas complicaciones. Por todos estos motivos, consideramos que los revólveres de dos pulgadas todavía pueden tener un hueco en el mercado europeo (más reacio a este tipo de armas que el estadounidense), sobre todo en colectivos que requieran usar un arma de fuego para su defensa personal.