La modernización de las armas de fuego ha provocado que hoy en día, en pleno siglo XXI, un arma de gran tradición militar como la bayoneta haya caído prácticamente en desuso. Aunque, a decir verdad, lo más correcto sería decir que se ha reinventado a sí misma, transformándose en un nuevo concepto de arma blanca conocido en el argot militar como “cuchillo bayoneta”. Así las cosas, las actuales bayonetas poco tienen que ver con aquellas primeras armas que, durante el pasado siglo XVII, desempeñaron un papel protagonista en la estrategia bélica de la época.
Poco se sabe a ciencia cierta de los orígenes de la bayoneta, aunque ciertas informaciones los ubican en la región gala de Bayona, donde parece que estos aceros se utilizaron por primera colocados en la boca de un arma de fuego. Aquellas primitivas bayonetas se caracterizaban por presentar un tamaño más largo que el de las actuales (entre 35 y 40cm), un corte triangular, y estar desprovistas de cualquier tipo de filo. Es decir, que su única misión era la de clavar o pinchar. Vista su eficacia en combate, la mayoría de ejércitos de la época añadieron la bayoneta a sus respectivos arsenales armamentísticos.
En aquel momento, se convirtió muy pronto en un arma de gran popularidad, principalmente porque se mostró como el complemente perfecto para los largos, pesados y lentos de recargar fusiles de la época. Aquellos vetustos mosquetes monotiro de avancarga tenían una cadencia de fuego aproximada de ¡1 disparo por minuto!, así que cuando los soldados disparaban y fallaban el tiro… tenían que darse mucha prisa para calar la bayoneta y preparase para el combate cuerpo a cuerpo.
La evolución de las bayonetas fue pareja a la de las armas de fuego y a la de la propia estrategia militar. Así, en el siglo XIX, con la aparición de los fusiles de retrocarga, más ligeros, cortos y rápidos de recargar, la bayoneta se vio obligada a reinventarse. Surgieron así las primeras bayonetas con filo, incluso algunas con doble filo. De este modo, estas armas blancas ya no sólo servían para clavar o pinchar, sino también para cortar, tanto a los enemigos como a determinada vegetación, hojas o pequeñas ramas. A finales de este siglo y a principios del pasado siglo XX, los fusiles militares experimentaron un cambio notable. Tanto su tamaño como su peso volvieron a reducirse de forma notable, lo que unido a la aparición de la cartuchería metálica, convirtió a estas armas largas de cerrojo en rifles más sencillos, precisos y rápidos de manejar.
Fue la época de la entrada en escena de grandes clásicos de la industria armamentística militar, como por ejemplo el Lee-Enfield británico, el Mauser 98 alemán, o el Mosin-Nagant ruso, todos ellos suficientemente independientes como armas de guerra para utilizarse sin la bayoneta. Sin embargo, la necesidad agudizó el ingenio y los maestros cuchilleros de la vieja Europa supieron adaptar las bayonetas a estos nuevos fusiles, primero renovando y mejorando la ergonomía de su diseño, y en segundo término, logrando vincular e identificar por completo a cada fusil con su propia bayoneta.
Bajo estos preceptos, aquellas bayonetas de principios del siglo XX y que participaron activamente en las dos grandes Guerras Mundiales (sobre todo en la primera), se convirtieron en auténticas obras de arte de la artesanía cuchillera, totalmente identificadas con los fusiles y los Ejércitos o unidades militares para las que estaban diseñadas. Un ejemplo característico lo encontramos en las populares bayonetas de las SS alemanas, grabadas y personalizadas con el escudo de este famoso cuerpo.
La finalización de la Segunda Guerra Mundial trajo consigo la evolución hacia un nuevo concepto de rifle de combate. Así, en la segunda mitad del siglo XX nacía el fusil de asalto, todavía más ligero corto y rápido de amunicionar que sus predecesores. Y, de nuevo, la bayoneta tenía que buscarse su espacio en un arma capaz de disparar en fuego automático, recargar en apenas segundos, y hacerlo con bastante precisión en distancias de hasta 200-300 metros.
¿Qué papel le quedaba por lo tanto a la bayoneta, un arma pensada como complemento para el soldado de infantería en la lucha cuerpo a cuerpo? La solución fue reorientar la idea de bayoneta hacia un nuevo concepto que es el que predomina hoy en día: el “cuchillo bayoneta”. En realidad, se trata más bien de un cuchillo de corte y estética militar que, esporádicamente, puede acoplarse a un fusil de asalto. Es decir, que el cuchillo bayoneta se diseña de forma independiente al arma de fuego, aunque se le incorporan algunas características o detalles acordes al fusil con el que se complementa.
Un buen ejemplo lo encontramos en el cuchillo bayoneta Smith & Wesson para el M16. Esta arma blanca se comercializa como un cuchillo independiente, con su hoja serrada, su filo independiente, su funda táctica tipo pernera… pero además puede acoplarse con un AR-15 / M16. Y juntos pueden utilizarse para cortar alambradas. Por lo tanto, el presente, y presumiblemente el futuro de las bayonetas pasa por este nuevo concepto en el que la bayoneta se conciba como un cuchillo independiente, pero que al acoplarlo a un arma de fuego, aporte al soldado de infantería un valor añadido.
